Este libro recorre muchos lugares de la Región Metropolitana de Santiago, podría leerse en el parque Quinta Normal, en San Bernardo o en el parque Forestal. Foto: Eduardo Arrieche.
Al comenzar a leer las primeras páginas quedé enganchada, además es un libro tan corto que se puede terminar fácilmente en una sola sentada.
A la autora de Quiltras, Arelis Uribe, la conocí por casualidad en la librería Alejandría cuando hacía el recorrido de La noche de las librerías por el barrio Lastarria. Ella estaba firmando su primer libro de cuentos, y, como ya me había llamado la atención la portada, decidí aprovechar la oportunidad para comprarlo con la firma de la autora y además un descuento. El término “quiltro” —para referirse a perros de la calle o perros mestizos— fue uno de los primeros chilenismos que aprendí, así que sabía que me esperaría una buena lección de términos y expresiones chilenas.
Desde que dejé el libro sobre la pila al lado de mi mesita de noche, el color amarillo chillón de la portada me atraía (¿buena estrategia de marketing?). En su contraportada hay breves reseñas de medios chilenos reconocidos que avivaron mi curiosidad. Al comenzar a leer las primeras páginas quedé enganchada, además es un libro tan corto que se puede terminar fácilmente en una sola sentada.
Quiltras es una compilación de siete cuentos, publicada por la editorial Los Libros de la Mujer Rota en noviembre de 2016 y ha logrado un éxito de ventas en el país. El libro tiene 85 páginas cargadas de relatos controversiales con descripciones crudas, de principios feministas. Hay muchas críticas a la educación chilena y a otros problemas muy debatidos en el país, como el clasismo.
El primer cuento es “Ciudad desconocida” y desde allí surge el erotismo, la homosexualidad y la curiosidad adolescente que se mantienen presentes en la mayoría de los relatos. Las historias están redactadas en primera persona y, al principio, pensé que se trataba siempre del mismo personaje, luego entendí que en cada uno la protagonista es otra, pero la voz siempre es muy similar.
Para mí los textos representaron un encuentro entre dos mundos: uno muy chileno -y tal vez más que chileno, santiaguino y urbano-, y otro muy de los años noventa, universal. Me topé con algunas expresiones que me costó entender a pesar de tener más de dos años viviendo en Chile. Disfruté mucho los recorridos urbanos y la manera en la que Arelis plasmó una rutina y un estilo de vida de clase media chilena que desconozco por mi naturaleza inmigrante. Por otro lado, me divertí mucho con los recuerdos de encuentros por chats, los sms o el uso del discman.
El título del cuento «rockerito83@yahoo.es» ya representa toda una unidad de análisis que me trasladó a mis primeros correos electrónicos y a los apodos populares en mi ciber café preferido en la adolescencia. “Italia” me hizo recorrer junto a la protagonista la casa de su enamorada y vivir la experiencia de descubrir la intimidad de la clase alta. Otro cuento que cautiva es el último, “Quiltras”, como el título del libro, por su narración más compleja. Me hizo leer fragmentos en voz alta a mi novio para que entendiera el motivo de mi risa, y también me impresionaron los tintes oscuros en la historia.
En general me gustó bastante, tiene descripciones y fragmentos que me encantaron. Mi única crítica es que por las reseñas en la contraportada pensé que iba a encontrar más historias mapuches, más redondas, más sorprendentes, quizás. Puede que me haya perdido en la “traducción” pero dejo mi puntuación en 3.5/5. Recomiendo Quiltras a todo el quiera entrar en una literatura chilena más atrevida, urbana y pura.
El fragmento
“Lo bueno fue que nos juntamos. Se te ocurrió que podíamos hacerles las tareas a las más porras del curso y cobrarles luca por cada guía resuelta. Una vez, le cobré dos mil quinientos a la Yamna Parra por una línea de tiempo que la muy maldita jamás me pagó. Todavía me acuerdo y me duelen las dos lucas. Yamna Perra le decíamos después”.
La autora
Arelis Uribe estudió periodismo en la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y ha destacado por su interés literario. Participó en el popular concurso Santiago en 100 Palabras y ganó con su microcuento Lionel. Además, ha trabajado en medios digitales como The Clinic y Noesnalaferia, y actualmente es directora de comunicaciones del Observatorio Contra el Acoso Callejero de Chile.