Herederos de un mañana: recuerdos de la guerra

El relato titulado «El canto de las sirenas», uno de mis favoritos de este libro, se ambienta en una zona de playa, exactamente en Palamós, en la provincia de Girona. Esta imagen no fue tomada allí, sino en las costas de la ciudad de Barcelona. De todos modos, el paisaje del mar Mediterráneo, independientemente del lugar, es ideal para leer esa historia. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro

Estos relatos de Joan Adalvert se basan en entrevistas a personas que vivieron la Guerra Civil Española en Cataluña

Conocí el libro Herederos de un mañana de una forma poco usual, al menos para mí. Joan Aldavert, el autor, hizo llegar un mensaje a la cuenta de Instagram del blog para ofrecer el envío de su obra. Accedí porque la sinopsis me llamó la atención y porque, además, me gusta conocer nuevas voces en la literatura.

El libro es un conjunto de relatos basados en más de 30 entrevistas que hizo el autor a personas que vivieron la Guerra Civil Española en Cataluña, específicamente la Segunda República, la guerra propiamente y el periodo inicial de la posguerra. Tal como lo cuenta Aldavert en una nota introductoria, el asunto empezó como un trabajo de investigación que realizó con un compañero, y que ganó el concurso 8va Mostra de Recerca Jove de Barcelona, además de quedar como finalista en el Premi de Recerca Vila de Palamós.

Más tarde, el Aldavert mantuvo conversaciones con más gente y consiguió suficiente material para elaborar sus cuentos. Y tengo que decir que, aunque me acerqué al libro con cautela, la verdad es que logró cautivarme desde la primera historia. Si bien hay unos relatos mejor logrados que otros, el estilo sencillo, pero potente y directo, hizo que me conectara con los personajes, que sufriera con ellos, que me identificara con sus pesares y angustias.

La arena luminosa y el sonido de las olas conforman el ambiente perfecto para contrarrestar la desolación que se desprende de muchos de estos relatos. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro

Está, por ejemplo, “El músico”, la historia de un mesonero que lucha por mantener a su familia y que se reencuentra con un personaje de un pasado terrorífico. O “Polvo sangriento”, que hace vivir en la propia piel la carrera frenética de dos soldados republicanos que deben evitar las balas enemigas. O “El paseo”, que muestra las complejidades de la polarización y el enfrentamiento a muerte de quienes una vez fueron vecinos o amigos.

Y también hay relatos contados desde la mirada infantil y que, aunque no dejan de ser inocentes, despiden un aire desolador. Uno de mis favoritos es “El canto de las sirenas”, una historia que en apariencia no tiene nada que ver con la guerra, pero que muestra esa otra cara del conflicto: la vida que intenta seguir y que, de todos modos, se detiene. Quedan en suspenso las razones de fondo de uno de los personajes para tomar sus decisiones, pero no extrañaría que tuviera alguna relación con esos enfrentamientos que invaden todos los rincones de la cotidianidad.

La combinación de frescura y sabor amargo de la cerveza representa los contrastes de este libro: historias contadas con mucha sensibilidad y belleza, que, al mismo tiempo, hacen reflexionar sobre temas realmente duros. Foto: Ariana Guevara Gómez

Algo que me gustó mucho de este libro es la exploración que hace el autor de las estructuras narrativas. Por ejemplo, hay relatos que siguen una línea cronológica, otros que hacen saltos temporales o que ofrecen cambios en los puntos de vista. Hay uno con el formato de una carta, otro con el estilo de un informe militar. Y otro que me llamó poderosamente la atención, “Castells”, que juega con los signos de puntuación y que consigue que el lector haga múltiples interpretaciones de su significado.

En definitiva, es un libro muy recomendable por su riqueza narrativa y, sobre todo, por esa aparente sencillez que realmente ayuda a pensar en asuntos más profundos: los estragos cotidianos de la guerra, el carácter absurdo de esos conflictos que se siguen en nombre de un supuesto bien común, el sufrimiento de la gente que está condenada a vivir con el recuerdo de lo atroz. Y, especialmente, en la importancia de rescatar las memorias de los vencidos, que en una guerra son todos, más allá de las etiquetas y militancias.


Dos fragmentos

Del cuento «El paseo»
«(…) Le obligarían a andar en línea recta hasta que se encontrasen lo suficientemente alejados de la civilización. Es allí donde el crimen estaba permitido, donde se despertaba el animal que llevaban dentro. Su prisionero les hablaría de viejos tiempos, de cuando solían salir juntos. Ellos no podían negar conocerlo y, por eso, no podrían mirarlo a los ojos. Pedirían que se les diera la espalda, alegando que de aquel modo era más rápido. Le dispararían por la nuca, sin ni siquiera atreverse a despedirse. Lo enterrarían lejos de su casa, donde nadie pudiese encontrarlo jamás. Ambos convivirían con el miedo, se horrorizarían cada mañana al ver sus ojos vacíos al otro lado del espejo».
Del cuento «El canto de las sirenas»
«Las olas nos devuelven a tierra firme, pero nadamos con todas nuestras fuerzas para pasar por encima de ellas. Noto las corrientes bajo mis pies, la arena que levantan los remolinos y que nos rodea por completo. Imagino que ni los peces se atreven a hacer lo que estamos haciendo, que, más astutos y experimentados, se esconden en los agujeros de las rocas o entre las algas».

Sobre el autor

Joan Aldavert aún no tiene 20 años y ya cuenta con dos libros publicados: Reflejos del pasado y Herederos de un mañana. Desde pequeño le ha gustado escribir, y esa afición lo llevó a estudiar en la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés y a seguir el grado de Estudios Literarios en la Universidad de Barcelona. En 2014 ganó el primer premio del Concurso Juvenil de Relatos Cortos del Ayuntamiento de Castellón. En 2015-2016 ganó el concurso de la 8va Mostra de Recerca Jove de Barcelona, y también fue seleccionado como finalista del Premi de Recerca Vila de Palamós por una investigación que incluía más de 30 entrevistas a personas que vivieron la Segunda República, la Guerra Civil y la posguerra, y que sirvió de punto de partida para su libro de relatos Herederos de un mañana

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