La estación de la sombra: el otro rostro de la esclavitud

Hay que leer este libro en un lugar que brinde seguridad y certeza. Yo consigo esas dos cosas en mi casa. Foto: Ariana Guevara Gómez

 

Leímos esta novela de Léonora Miano hace varios meses en nuestro club de literatura africana, y la experiencia fue una verdadera delicia

En La estación de la sombra, una novela de la escritora camerunesa Léonora Miano, se ofrece una mirada profunda sobre el dolor de la espera, sobre la incertidumbre y la fortaleza humana, sobre la aceptación de la pérdida y la reconstrucción de la propia identidad. Es un libro sobre la esclavitud que no deja indiferente: su historia es original, su estilo es complejo y sus personajes son tridimensionales.

La historia se desarrolla en una aldea de África Subsahariana, en el clan mulongo. Una noche desaparecen 12 hombres, entre ellos 10 jóvenes iniciados. Sus madres son obligadas a apartarse de la comunidad, para vivir recluidas en una cabaña común. ¿La razón? Se debe evitar a toda costa que su tristeza se contagie al resto de habitantes. Son vistas con desconfianza. La gente se pregunta si tienen algo que ver con la ausencia de los hombres, si hicieron algo malo o si los dioses las están castigando por algún motivo.

En medio de la tragedia, Eyabe, una de las madres, se niega a esperar sin hacer nada. Empieza, en un punto de la novela, un viaje que la hará descubrir el destino de su hijo y de los otros hombres desaparecidos. Otros personajes emprenden también la travesía, cada uno por sus razones particulares. Es interesante ir descubriendo cómo se van entrelazando las historias hasta llegar al fondo del asunto.

Este libro está repleto de frases hermosas que vale la pena subrayar. Foto: Ariana Guevara Gómez

Al principio, se puede hacer un poco difícil entrar en la historia. El estilo de la narración es, quizás, un tanto complejo, y cuesta un poco acostumbrarse. En mi caso particular, después de pasar unas cuantas páginas y llegar al segundo capítulo, me adapté a la forma de escribir y disfruté mucho la lectura. Carol, una de las integrantes del Club Ögügü, hizo una observación interesante: quizás ese primer capítulo es intencionalmente lento, como una forma de acompañar el dolor y la inactividad de las madres que son obligadas a esperar.

En todo caso, lo que no se puede negar es la belleza de la escritura. No solo hay reflexiones muy hondas sobre la naturaleza humana y sobre las decisiones que se tomaron en un momento puntual de la historia africana, sino que también se pueden leer imágenes hermosas. Por ejemplo, esta descripción, que es una de mis partes favoritas del libro: “La noche cae de golpe, como un fruto demasiado maduro. Se estrella contra el pantano, contra el río, contra la cabaña sobre pilotes. La noche tiene una textura: la de la pulpa de kasimangolo, cuya dulzura solo puede saborearse en su totalidad chupando las espinas del hueso. La noche está hecha para el descanso, pero ella no es tranquila en sí misma. Hay que estar en guardia. La noche tiene un olor: huele a la piel de aquellos que están juntos por la fuerza de las circunstancias”.

En cuanto a los personajes, las mujeres tienen un rol protagonista. Está Eyabe, por ejemplo, que decide tomar las riendas de su desdicha y ponerse en acción. O Ebeise, la matrona del pueblo, que descubre su propio error y se decide a enmendarlo. O Ebusi, que se paraliza por la pérdida de su hijo e intenta comunicarse con él a distancia. También están las monarcas del país bwele, a quienes no les tiembla el pulso para tomar las decisiones más sanguinarias. Lo femenino, sin duda, se explora desde muchos ángulos.

Esta novela se ambienta en una aldea africana, rodeada de árboles y naturaleza. Un buen acompañante para su lectura es una buena ensalada de frutas o macedonia. Foto: Ariana Guevara Gómez

Otro asunto que también me maravilló de este libro es la descripción de la vida en comunidad, las costumbres de la aldea, los ritos de la muerte y la vida, y las maneras de entender el mundo. Y, además, se incorporan elementos oníricos y místicos. Los sueños son otro plano de la realidad, hay voces, espíritus que pueden salir de los cuerpos, sombras espesas y angustiantes, dioses que vienen en auxilio de quienes están en problemas. Todo eso ayuda a configurar una mirada humana y original sobre la trata de esclavos y sus consecuencias más terribles.

Lo valioso de este libro es precisamente eso: que posa la mirada en otras aristas poco conocidas sobre la esclavitud. Es una historia que denuncia, que hace reflexionar. Pero, al mismo tiempo, me dio la sensación de que el mensaje final no es pesimista. Aunque la tragedia del clan no tiene la más mínima justificación y causa mucho pesar, se muestra una esperanza de reconstrucción de la vida. No solo es posible sobreponerse a la pérdida de todo lo conocido, sino que también existen maneras de configurar nuevas identidades. Y eso, para mí, es una de las fortalezas de esta obra que, sin duda, hay que releer.


Tres fragmentos

“Intercambiaron sus nombres mientras hacían estas confidencias. Habían evitado tácitamente hacerlo hasta entonces por prudencia. Revelar el nombre a alguien es confiarle una parte preciosa de sí mismo, desnudarse ante él”.

“Se pone a cantar la canción que tarareaba al coger a su hijo en brazos. Canta, pronuncia el nombre del muchacho varias veces: Mukudi, así se llama. Pronunciar su nombre la tranquiliza. Ni por un momento piensa en que haya fuerzas ocultas que puedan adueñarse de su vibración al nombrarlo. Esta creencia, una de las más arraigadas en la comunidad, le parece de pronto una estupidez. El hecho de ser nombrado es lo que hace existir a lo que vive. Al enunciar el nombre del hijo mayor, lo trae de vuelta a casa y consolida su presencia”

“El día está declinando. El sol se ha puesto sus atuendos femeninos para convertirse en Enange, bañar la tierra con un suave resplandor y retirarse discretamente de la mirada de los humanos. Dejar paso a la noche. Entonces, emprenderá su travesía por el mundo subterráneo y reaparecerá tras haberse enfrentado, y después derrotado, al monstruo llamado Sipopo”.


Sobre la autora

Se pueden leer algunos datos biográficos de Léonora Miano aquí.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *