Dos de los personajes de la novela frecuentan el Chef Woo, en Caracas. En Madrid hay varios locales de ese estilo que pueden calzar perfectamente con esta historia sombría. Escogí Sushi Bar, en la calle Plaza Comandante de las Morenas, un local asiático muy sencillo y barato. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro
La primera novela del escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón tiene a la noche como protagonista
En The Night, la primera novela del escritor venezolano Rodrigo Blanco Calderón, la noche es más que un simple escenario. La noche, con su oscuridad infinita, es casi protagonista. Cuando llega y se traga la claridad, afloran los miedos más primitivos. Y más aún en una ciudad como Caracas, consumida por la inseguridad y los apagones eléctricos.
En medio de este panorama, los personajes deben lidiar con sus propios tormentos. La noche, entonces, magnifica lo que ya de por sí es inquietante: con las luces apagadas, la violencia y el poder parecen mostrar su cara más terrible. Y eso uno lo descubre a medida que se deja arrastrar por una historia compleja, contada a través de las voces del psiquiatra Miguel Ardiles, el escritor Matías Rye y el publicista Pedro Álamo.

Matías Rye, quien en un momento fue atendido por Ardiles y después se convirtió en su amigo, estaba obsesionado con escribir una novela, que llamaría The Night en honor a la canción de Morphine —por cierto, vale la pena escuchar esa pieza mientras se leen algunos párrafos de la novela, para así tener una experiencia sensorial al estilo de Liubliana de Eduardo Sánchez Rugeles—. Mucho después, el psiquiatra decide darle ese título a una carpeta que guarda en su computadora, con transcripciones de las terapias de otros de sus pacientes: Pedro Álamo, atormentado por la idea de las simetrías y los palíndromos , y Margarita Lambert, una mujer que se roba la atención de Álamo y que tiene una vida marcada por la tragedia. Así Ardiles pretende darle un poco de sentido a una madeja desordenada de hechos, inventos y fantasmas. Intenta responder algunas preguntas: ¿hasta qué punto todos somos responsables de la violencia?, ¿los que callan y permiten son tan culpables como los que actúan?
Y en medio de la historia central se presentan otros personajes, inspirados en la realidad venezolana, que también ayudan a concretar esa atmósfera asfixiante de la novela. Por ejemplo, está Darío Lancini, poeta venezolano dedicado a esos palíndromos que obsesionan a Álamo. O Edmond Montesinos, que parece reproducir la historia retorcida del psiquiatra Edmundo Chirinos. O Lila Hernández, cuya construcción toma prestados muchos elementos del caso de Linda Loaiza.

Y, por supuesto, están esas pinceladas que dibujan una ciudad latinoamericana signada por tragedias cotidianas: la inseguridad, la ineficiencia gubernamental, la impunidad. Pero, si bien se hacen alusiones a asuntos tan venezolanos, The Night no se queda estancada en lo local. Cualquiera puede sufrir taquicardia con sus descripciones y sus diálogos, sobre todo cuando se acerca el final. Eso es así porque su esencia es tan universal como el miedo de los seres humanos por la oscuridad y por todo aquello que no se puede explicar.
El fragmento
El dato
The Night,ganó el Premio Rive Gauche 2016 de París, en la mención de novela traducida al francés.