Sucre Salón de Té, localizado en Madrid, cuenta con mucha luz natural,
postres riquísimos y olores refinados. Se trata del lugar idóneo para sumergirse en
los dramas amorosos de Emma Woodhouse. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro
En esta novela de Jane Austen, ambientada en la Inglaterra de finales del siglo XVIII y principios del XIX, la protagonista va a contracorriente de las preconcepciones de la época
Después de leer un libro como The Night, que lo deja a uno trasnochado y pensativo, lo mejor es adentrarse en una obra un poco más ligera. Decidí empezar Emma de Jane Austen como parte de las sugerencias de un club de lectura en Madrid, y la verdad es que fue una buena idea: los dramas amorosos de Emma Woodhouse, la protagonista, me ayudaron a superar el impacto de esa novela densa de Rodrigo Blanco Calderón.
La historia es así: Emma, una joven inglesa de 21 años de edad y de clase media alta, estaba negada a casarse con cualquiera. No quería saber nada de matrimonio, a menos que el pretendiente fuese lo suficientemente distinguido como para hacerla cambiar de opinión. Se trataba de una decisión insólita en una sociedad de finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando el futuro de las mujeres dependía, en gran medida, del enlace con un hombre de fortuna y buena posición.

como si estuviera sentado en la sala de la casa de Emma. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro
De todos modos, eso no significaba que a Emma le desinteresaran los asuntos románticos. Con su inteligencia y arrogancia, estaba decidida a actuar de casamentera con quien lo necesitara: movería todos los hilos para que una joven soltera de buen corazón se casara con un hombre que valiera la pena. No se trataba de una empresa completamente altruista, pues le encantaba lograr su cometido para después felicitarse a sí misma por haberlo hecho posible. El problema era que su intromisión no le traería nada bueno y, después de causar grandes daños, empezaría a replantearse un poco sus ínfulas de superioridad.
Como en otras novelas de Austen —como Orgullo y prejuicio—, en Emma, publicada por primera vez en 1815, los diálogos tienen una gran importancia. Hay rumores, malentendidos, cosas a medio decir, rostros ruborizados, pequeños roces de la mano y miradas sugerentes. Es un libro con un final predecible, pero con una narración entretenida. Permite conocer la mentalidad de otro siglo y sumergirse en un pueblo rural, con caballos, carruajes, casas con jardines inmensos, invitaciones a banquetes y gente elegante o con actitudes insoportables.

familias inglesas muy distinguidas. Recomiendo el té de manzana horneada, no sólo por su sabor único,
sino también porque recuerda al papá de Emma, que aconsejaba a todo
el mundo comer esta fruta asada. Foto: Ariana Guevara Gómez
A eso habría que sumar que, más allá de la superficialidad de las preocupaciones de estos personajes, se plantean algunas reflexiones sobre el rol femenino en un momento con tantas limitaciones —por ejemplo, las mujeres no tenían la libertad de desempeñar cualquier tipo de trabajo, y estaban confinadas, principalmente, a la vida privada y a los cuidados familiares—. Su protagonista, si bien termina cediendo a las expectativas de la sociedad, por lo menos tiene una visión que, para la época, se sale un poco de las convenciones: Emma valora el matrimonio por amor, el apoyo de su familia, la inteligencia y las lecturas, a diferencia, por ejemplo, de la señora Elton, deslumbrada por su propia vanidad y concentrada en los asuntos materiales y en la lealtad suprema a su esposo. Vale la pena leerlo sin prejuicios, con la intención de disfrutar de diálogos extremadamente formales y de dramas de otros tiempos. Quizás sea útil para despejarse un poco de los problemas tan complejos de este mundo de hoy.
El fragmento
“—¡Cuánto me extraña, señorita Woodhouse, que no se haya casado usted o que no esté a punto de casarse! ¡Tan encantadora como es!
Emma se echó a reír y respondió:
—Mi encanto, Harriet, no es suficiente para convencerme de que me case; tengo que encontrar a otras personas que también sean encantadoras, como mínimo a una. Y no sólo no me voy a casar en estos momentos, sino que tengo muy pocas intenciones de hacerlo nunca.
—¡Ah! Eso dirá usted, pero yo no lo creo.
—Tendría que encontrar a alguien muy superior a todos los que he conocido hasta ahora, para que me tentara la idea. El señor Elton, como puedes imaginar —calmándose—, no cuenta; y en absoluto tengo ningún deseo de alguien semejante. Preferiría que no me tentasen. No puedo cambiar para mejor. Si me casara ahora, me arrepentiría tarde o temprano”.
En la pantalla
Amy Heckerling se basó en la historia de Emma para escribir y dirigir la película Clueless, conocida en Latinoamérica como Ni idea. El film dio pie a una serie de televisión que se transmitió por Nickelodeon.
Sobre la autora
Jane Austen nació el 16 de diciembre de 1775, en Steventon, Inglaterra. Tal como señala la web Janeausten.org, en su familia era usual que se hicieran obras de teatro caseras, y además había una gran biblioteca en la que Jane se dedicaba durante horas a leer y escribir. Nunca se casó: en 1802 recibió una propuesta de matrimonio, pero la rechazó porque no estaba enamorada. A los 24 años de edad, después de haber escrito algunas obras, Jane terminó el borrador de First Impressions que más tarde se tituló Orgullo y prejuicio, una de sus novelas más famosas. De todos modos, pasó mucho tiempo antes de que se viera publicado su primer título: después de las gestiones de su hermano, Henry Austen, salió a la luz Sensibilidad y sensatez en 1811. Dos años más tarde, en enero de 1813, el mismo editor publicó Orgullo y prejuicio. Tuvo tanto éxito que se tuvo que imprimir una segunda edición en octubre del mismo año. Luego Mansfield Park se convirtió en la pieza más vendida de Austen para la época. En 1816, la autora empezó a padecer problemas de salud, y finalmente murió el 18 de julio de 1817, en Winchester. Durante muchos años se pensó que había padecido de la enfermedad de Addison, pero hay investigadores que descartan esa posibilidad y consideran que realmente sufrió de tuberculosis bovina.