El Almodobar de Zúrich, Suiza, es un lugar fresco que servirá de telón de fondo para reflexionar con este libro lleno de complejidades. Foto: DV
Esta obra de Ray Loriga, ganadora del Premio Alfaguara 2017, invita a hacerse un sinfín de preguntas sobre la naturaleza humana y la posibilidad de ser feliz en un ambiente perfecto
¿Qué nos pasa cuando la vida nos cambia? ¿A dónde ir cuando todo se acaba? ¿Estamos en constante transformación? ¿Existe la perfección y la felicidad eterna? Me he hecho estas y otras preguntas a lo largo de la lectura de la última novela de Ray Loriga, Rendición, ganadora del Premio Alfaguara 2017.
El título en sí mismo es una invitación a la reflexión: ¿debemos rendirnos? ¿Qué pasa cuando no podemos más? La trama se desarrolla en una guerra que no sabemos bien cuál es, pero que puede ser cualquiera de las que vemos a nuestro alrededor en estos días. Una pareja se ve obligada a abandonar sus tierras, su hogar, sus hijos, su vida, debido a la devastación e incertidumbre producidos por un conflicto que ya no tiene sentido y que los mismos habitantes han dejado de seguir.
Huyen de la destrucción, el abandono, la indiferencia. Los protagonistas, un hombre, una mujer y un niño, de quienes nunca sabemos nombres, empiezan el viaje sin retorno junto a otros que han vivido lo mismo, gente que se ha unido por la desesperación. Muchos serán los problemas que tendrán que afrontar en la travesía; sentimientos de la especie humana que nos convierten en seres egoístas y detestables, pero a la vez vulnerables y solidarios.
El destino es una ciudad de cristal, transparente, cálida y segura. Todos los problemas de los refugiados se verán solucionados. Las necesidades primarias están cubiertas, no falta techo ni comida. Hay trabajo y educación, reglas del juego muy delimitadas. No hay nada de qué preocuparse y, sin embargo, no se es feliz. ¿Es que acaso nunca estamos contentos? ¿Qué necesitas para ser feliz? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué pasa cuando no se siente el miedo? ¿Somos capaces de asumir las consecuencias?
Y siguen las preguntas a lo largo de toda la obra. Con un lenguaje sencillo, claro y directo, Loriga nos regala una novela fuera de lo común, una obra inteligente y sincera, una llamada de atención sin pretensiones moralistas. En cada hoja hay una profunda reflexión sobre el amor, la sociedad, la política, la vida.
En muchos de los pasajes, sobre todo de los momentos en los que están en la ciudad transparente, me sentí identificada con el protagonista. Muchas veces es difícil estar contento dentro de un ambiente perfecto, dentro de una sociedad que lo calcula todo, donde no hay asomo de improvisación, maldad o alegría. De la esterilidad que significa la perfección. No, así tampoco se puede vivir. No podemos quedarnos en la zona de confort y construir una jaula de cristal en la que empezamos a ignorar el mundo que nos rodea, los problemas que nos aquejan como sociedad y como individuos. Es necesario despertar. Ya lo que se haga después es decisión de cada quien.
“Mentiría si dijera que no se me pasó por la cabeza la idea de rendirme”. Esta frase es clave para mí: ¿cuántas veces no nos hemos sentido así?
Con Rendición vuelve este autor español a la élite de la literatura, con una obra sin drogas, sexo ni rock & roll, pero con mucha reflexión y sentido del humor, tan necesarios para poder vivir sin rendirnos.
El fragmento
“Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos animen a pensar que algo puede mejorar. Crece solo, nuestro optimismo, como la mala hierba, después de un beso, de una charla, de un buen vino, aunque de eso ya casi no nos queda. Rendirse es parecido: nace y crece la ponzoña de la derrota durante un mal día, con la claridad de un mal día, forzada por la cosa más tonta, la misma que antes, en mejores condiciones, no nos hubiera hecho daño y que sin más consigue aniquilarnos, si es que coincide por fin ese último golpe con el límite de nuestras fuerzas”.
Sobre el autor
Para saber más sobre Ray Loriga, recomiendo escuchar esta entrevista.