Vale la pena leer este libro, cargado de ironías y críticas sociales, en espacios concurridos. Si la lectura ya está avanzada, el lugar ideal es cerca de alguna ópera o teatro, como el Teatro Municipal de Santiago, en Chile. Foto: Eduardo Arrieche
¿Qué pasaría si de pronto dejáramos de morir? ¿Qué harían las funerarias? ¿Qué medidas tomaría el gobierno? ¿Cómo tratar a los convalecientes? Estas son algunas de las preguntas que responde José Saramago en su novela Las intermitencias de la muerte, publicada en 2005.
Saramago nos traslada a un país sin nombre en el que los habitantes dejan de morir. La muerte decide detener su trabajo y los ciudadanos comienzan a celebrar el acontecimiento. La alegría se va opacando cuando empiezan a experimentar las consecuencias: la inmortalidad no implica salud ni buen estado físico, a ninguna edad.
Este libro lo leí en digital y mi primera impresión fue “tengo una versión malísima”: todo el texto estaba apretujado con diálogos amarrados con comas y puntos sin descansos. Sin párrafos. No era una mala adaptación, era el estilo con el que el escritor portugués consiguió el premio Nobel de Literatura en 1998.

Una vez que el lector logra acostumbrarse al formato apretujado, podrá divertirse con las reflexiones y planteamientos del autor. Sus ideas saltan entre varios aspectos que intentan abarcar lo fundamental de la situación, y recurre a detalles minuciosos y “casos” particulares, como también consecuencias internacionales.
La redacción de Saramago me pareció divertida porque, a pesar de ser un tema oscuro, juega con varias voces, como narrador y como personaje. Tiene una marcada ironía y recurre a una creativa humanización, con las que me sacó un par de risas durante la lectura.

Las intermitencias de la muerte me pareció un libro elocuente, que invita a reflexionar y, tal vez, sacar a flote un lado perverso. Un buen libro para domingos y tardes de divagación.
El libro tiene dos etapas. En la primera parte del protagonismo lo tienen los líderes del país, y está cargada de pensamientos filosóficos y políticos. Saramago nos sugiere un comportamiento social y de las autoridades: cómo reaccionan los ciudadanos, la Iglesia, el gobierno, los empresarios. En la segunda parte el escritor nos lleva a un recorrido por el espacio íntimo de la muerte, dándole no solo protagonismo sino también personalidad y voz.
El fragmento
“Aunque hubiese sido inmediatamente puesto en ridículo por los periódicos de la competencia, que fueron capaces de arrancar de la inspiración de sus redactores principales los más diversos y sustanciosos titulares, algunas veces dramáticos, líricos otras, y, aunque pocos, filosóficos o místicos, cuando no de conmovedora ingenuidad, como el de un diario popular que se contentó con la pregunta, Y Ahora Qué Será De Nosotros, añadiendo al final de la frase el alarde gráfico de una enorme interrogación, el ya comentado titular Año Nuevo, Vida Nueva, pese a su aflictiva banalidad, cayó como miel sobre hojuelas en algunas personas que, por temperamento natural o educación adquirida, preferían por encima de todo la firmeza de un optimismo más o menos pragmático, incluso cuando tuvieran motivos para sospechar que se trataba de una mera y tal vez fugaz apariencia».
Recomendación
Con Las intermitencias de la muerte probé la experiencia de leer y escuchar un audiolibro al mismo tiempo. Tenía una versión en inglés y conseguí un audiolibro en Youtube con excelente calidad de audio y una voz divertida y cautivadora.