Hurra: un encuentro decepcionante

El ambiente movido de un bar de Madrid, como el Café de San Millán, en La Latina, le combina perfectamente a esta historia llena de alcohol, desenfado y autodestrucción. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro

 

La más reciente novela de Ben Brooks aborda el suicidio y el desencanto de la juventud. Si bien tiene una prosa original, a mí no terminó de convencerme

 

Hurra, del joven escritor británico Ben Brooks,  es un libro raro, distinto a lo que usualmente leo. Es descarnado, directo, original, un poco absurdo, siempre desconcertante. No puedo decir que sea un texto malo, pero fue una lectura que no disfruté, que me causó malestar y que llegó a aburrirme por la reiteración de algunas escenas. Definitivamente, no es una obra para todo el mundo.

El argumento es el siguiente. Ellen se suicida a los 18 años de edad, y sus hermanos, Daniel y Adam, tratan de hacer frente a su duelo. La historia está narrada en primera persona, desde la perspectiva de Daniel, el hermano mayor, un joven de 23 años de edad que dejó la universidad a los pocos días de haberla empezado porque le parecía aburrida, que escribe artículos extraños para una página web —por ejemplo, un test para saber qué santo eres—, y que tiene una visión de la vida bastante particular. Junto a su hermano, intenta encontrar una explicación a lo que le sucedió a Ellen, mientras reflexiona sobre la inmortalidad del alma o el hecho de que el cuerpo humano esté formado por espacios vacíos o que para los jóvenes las enfermedades mentales sean una suerte de fetiche.

Este libro no me gustó, pero reconozco que tiene algunos elementos originales que valen la pena. La penumbra y el ruido pueden ser buenos compañeros de esta lectura. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro

Justamente esa visión de Daniel me pareció llamativa, sobre todo al principio del libro. Hay frases muy curiosas y que me causaron gracia —en ningún momento llegué a reírme con la lectura, pero sí me pareció que algunas cosas tenían su encanto—. Por ejemplo, la manera de describir a los personajes: “Rylan tiene treinta y dos años, es tremendamente obeso y solo tiene barba en el cuello. Le gusta tocar la flauta de pan y conducir descalzo”. También hay algo desconcertante en la forma de narrar: de repente lanza alguna idea impactante, para después seguir como si nada con el resto de la historia.

En una reseña de Youtube, en el canal Roof Thoughts, se señala que una de las mejores cosas de este libro es ese tratamiento random de la muerte y la miseria. Y yo estoy de acuerdo. La visión que tienen estos hermanos sobre temas como el suicidio, el aborto, el alcoholismo y la drogadicción está muy lejos de los clichés. Aquí una reflexión de Adam: “El asesinato está mal porque significa que has impedido que alguien vea la nueva temporada de Juego de tronos y que conozca nuevas bocas. El aborto es aún peor porque alguien no va a poder ver Juego de tronos ni va a conocer ninguna boca porque otro alguien lo ha impedido”.

Sin duda, Hurra es un libro que está muy bien escrito, con una voz muy original. Y además plantea, de forma quizás muy tangencial, el asunto del desencanto de la juventud: ese no saber a dónde dirigirse, esa necesidad que impone la sociedad de ser responsable, ese aburrimiento por lo que muestra el mundo. Me recordó un poco a El guardián entre el centeno de Salinger.

Ahora, si estoy diciendo tantas cosas buenas, ¿por qué digo que no lo disfruté ni me gustó? Primero y lo más importante, durante toda la lectura se habla de cosas muy desagradables. Se describe con detalles los vómitos y diarreas de los personajes, todos los efectos del alcohol y las drogas en el cuerpo. Esas descripciones tan gráficas me parecieron innecesarias. A eso hay que sumar que lo repite infinitas veces a lo largo del libro: cada ciertas páginas aparece una visión escatológica que no me interesaba en lo más mínimo, que me producía asco y que tampoco aportaba nada a la historia.

Los personajes de esta historia se pasan todo el libro bebiendo. Por eso, naturalmente, el acompañante que le queda mejor es una cerveza. Foto: Zvonimir Ilovaca Leiro

Llegó un punto del libro, hacia la mitad más o menos, que todo me pareció absurdo. El desarrollo de la trama gira en torno a los momentos en los que los personajes se emborrachan y se drogan, a las locuras que hacen y a las consecuencias físicas al día siguiente. La verdad es que me causaba rechazo todo lo que se contaba y no tenía muchas ganas de seguir leyendo. Entiendo que el autor quiso ser realista y hacer que el lector sintiera en su piel lo que estaba ocurriendo, pero a mí me desagradó.

Además de eso, a veces se diluían las voces de los personajes. Daniel es un poco más coherente que Adam, pero en ciertos diálogos tenía que volver a atrás, al momento en que se identifica a cada uno en los guiones, para verificar quién decía qué. Y tampoco pienso que haya habido una evolución muy clara en ellos: en todo el libro se la pasan bebiendo y drogándose. Para mí, todo eso pudo más que lo positivo al momento de valorar el libro en su conjunto.

Creo que quien quiera acercarse a esta historia, debe hacerlo con cierta cautela, aunque también puedo entender por qué hay personas a las que les haya encantado este libro. De hecho, se pueden encontrar reseñas muy positivas en Internet, pero también muy negativas. Parece que no hay puntos medios con este escritor: o se odia o se ama. Yo no puedo decir que lo odie, pero tampoco tengo muchas ganas de probar otros trabajos de su autoría.


Tres fragmentos

“Decido organizar un entierro en mi cabeza. Invito a la gente que Ellen querría ver allí: al reparto de Harry Potter, a las dos últimas vaquitas marinas vivientes, a los dos Murakamis”.

“Saskia se ríe. Quiero atrapar su risa como una araña en mi vaso y dormir con ella bajo la almohada”.

“El alcohol es una medicina más. Es una tirita, un paraguas, Robert De Niro en La Cortina de humo. La ropa combate el frío. La comida combate el hambre. La cerveza combate a todo este planeta de idiotas”.

 



Sobre el autor

Ben Brooks nació en 1992 y vive ahora en Gloucestershire, en Inglaterra. Empezó a escribir desde muy joven, pero ganó fama a los 19 años de edad, cuando Crezco, novela que escribió a los 17 años, alcanzó una gran popularidad. El siguiente libro publicado en español fue Lolito, que aborda la relación amorosa y sexual entre un joven y una mujer mayor. Hurra, su última obra, solo está publicada en español, pues, tal como reveló el propio autor en una entrevista con el El País, su editor inglés la rechazó porque pensaba que nadie se identificaría con la historia. En varias entrevistas ha confesado que sus personajes tiene mucho de sí mismo. En su familia están acostumbrados a beber mucho y en las conversaciones deja entrever ese desencanto que puede apreciarse en los protagonistas de sus novelas.

 

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