Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer nos pareció necesario reconocer el talento de algunas de las escritoras que hemos leído recientemente. Sus obras llegaron a nuestras manos por diferentes motivos y nos cautivaron con sus palabras y sus ideas.
La selección fue muy difícil, quisiéramos incluir muchas más, pero para no hacer una nota tan extensa, decidimos enfocarnos solo en los libros leídos en los últimos meses. Algunas de las autoras ya murieron, otras siguen compartiendo su ingenio
Las autoras destacadas de Ariana Guevara Gómez:
Léonora Miano
Descubrí a Léonora Miano gracias al Club Ögügü: La estación de la sombra, una de las novelas más conocidas de esta autora camerunesa, fue nuestra lectura del mes de enero. Desde el principio, el estilo de la narración me cautivó. Al principio, me costó engancharme, pero después de unas cuantas páginas, ya estaba completamente enamorada de su prosa compleja, llena de frases poéticas y elementos oníricos y místicos. Fue una experiencia muy interesante leer esta historia dolorosa sobre la esclavitud, la pérdida y la construcción de la propia identidad. No puedo recomendarla más.
Además de La estación de la sombra, Miano ha publicado seis novelas, dos recopilaciones de textos, una compilación de conferencias, una obra de teatro y un repertorio de canciones, de acuerdo con Casa África. Su amor por la escritura empezó desde muy pequeña: a los 8 años de edad ya escribía poesías. A los 18 años se mudó a Francia y estudió allí literatura estadounidense. Ahora, con 45 años, ya cuenta con varios galardones, entre ellos el Gran Premio Literario del África Negra. Más allá de los reconocimientos de la crítica y los expertos, creo que Miano es una autora que sabe conquistar con su palabra. Es una escritora valiosísima, a la que seguiré leyendo en el futuro.
Teresa de la Parra
Esta autora venezolana ocupó una parte muy importante de mis lecturas de infancia. La incluyo aquí porque recientemente me conecté de nuevo con ella, gracias al proyecto Adopta a una autora. Estuve releyendo sus obras —Las memorias de Mamá Blanca, Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente e Ifigenia— y me convencí del carácter atemporal que tiene su estilo. Es una escritora que habla de asuntos muy criollos, pero que incluye mensajes universales que hacen que cualquiera pueda conectar con lo que cuenta. Es maravillosa.
En su obra se deja ver mucho de su biografía. Nació en París, el 5 de octubre de 1889, y perteneció a una familia de la alta sociedad de Venezuela. Cuando tenía 2 años de edad, se trasladó a Caracas y vivió en una hacienda de caña de azúcar. Después de la muerte de su padre, se mudó con su madre y sus hermanos a Valencia, España, donde fue internada en el Colegio de las Damas del Sagrado Corazón. A los 18 o 20 años de edad —no hay claridad sobre la fecha exacta— regresó a Venezuela y allí empezó su carrera literaria con la escritura de Diario de una caraqueña por el Lejano Oriente y después Ifigenia, una novela que habla sobre la situación de las mujeres en la sociedad venezolana de los años veinte. Más tarde regresó a Europa, viajó mucho y finalmente murió en Madrid, como consecuencia de una tuberculosis. Se pueden consultar más detalles sobre su vida aquí.
Chimamanda Ngozi Adichie
Voy a hablar de otra escritora africana, porque estoy muy obsesionada últimamente con las letras que se escriben en este continente. Seguramente ya muchos han escuchado sobre esta autora nigeriana, que ofreció una charla TED acerca del feminismo, que luego se transformó en el libro Todos deberíamos ser feministas. Se trata de un ensayo corto, pero muy potente y directo, que explica en palabras sencillas por qué tanto los hombres como las mujeres deben luchar por la igualdad. Pero, además de ese texto y de Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo, soy fanática de sus textos de narrativa. La flor púrpura y Americanah son dos novelas escritas con mucha belleza y sutileza, que hablan de asuntos como la identidad, la violencia y el desarrollo adolescente, y la migración y el racismo.
Hija de dos personas vinculadas con el mundo académico, Chimamanda empezó a estudiar Medicina en Nigeria, pero cuando tenía 19 años de edad se fue a Estados Unidos después de ganar una beca para estudiar Comunicación y Ciencias Políticas en la Universidad de Drexler, Filadelfia. Terminó sus estudios en la Universidad del Este de Connecticut, y más tarde hizo dos posgrados. Ha ganado varios premios, entre ellos el Commonwealth Writers’ Prize for Best First Book por La flor púrpura. Quizás no sea la máxima exponente de las letras africanas, pues tiene un estilo muy occidentalizado, pero sí es una excelente alternativa para introducirse en el apasionante mundo de las literaturas de ese continente.
Las autoras destacadas de Andrea Miliani:
Maya Angelou
Hace unos meses no sabía nada de la vida de Marguerite Annie Johnson, mejor conocida como Maya Angelou. Descubrí su historia cuando comencé a leer I Know Why the Caged Bird Sings (Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado en español), el primer libro de su serie autobiográfica, y recorrí las memorias de su infancia con mucha tristeza. Fue una lectura impactante para mí. Las anécdotas son —en su mayoría— dolorosas, pero también son muestras del gran talento de esta autora y del valor histórico de sus recuerdos. Angelou nos acerca a la vida segregada de los negros en los años 30 y 40 en el sur de Estados Unidos.
Sus padres la dejaron a cargo de su abuela a kilómetros de distancia, sufrió abusos desde muy pequeña, vivió experiencias muy dolorosas de racismo y tuvo su primer hijo a los 17 años. A pesar de las dificultades, Maya se convirtió en una gran poeta, cantante, bailarina, activista, maestra, ensayista, compositora. Fue la primera mujer negra conductora de un tranvía en San Francisco y la primera directora negra de Hollywood. Trabajó junto a Martin Luther King y Malcom X, y recibió los más prestigiosos reconocimientos por parte de Bill Clinton y Barack Obama. Maya Angelou fue una mujer fascinante, una autora brillante y sin duda alguna una referencia histórica que todos debemos conocer y leer.
María Luisa Bombal
Esta escritora chilena me cautivó durante la lectura de La amortajada y La última niebla. Me encantaron los detalles de sus descripciones y las escenas turbias con tintes de realismo mágico. Su talento fue reconocido por otros escritores como Juan Rulfo y hasta Borges endulzó su crítica para reconocer sus textos. Se codeó con autores como Pablo Neruda, Victoria y Silvina Ocampo, Leopoldo Marechal y José Bianco.
Su bibliografía no es muy extensa, tiene una prosa original y femenina que vale la pena explorar. Vivió en Francia, Argentina, Estados Unidos y Chile, tuvo una historia de vida más bien trágica pero según sus allegados tenía muy buen sentido del humor. Aunque sus obras no son divertidas, se puede percibir cierta ironía y astucia en sus letras. Para muchos es considerada una Virgina Woolf latinoamericana.
Las obras de María Luisa Bombal deberían tener un espacio en nuestra biblioteca, para consultarlas —especialmente— los días fríos con neblina.
Svetlana Alexiévich
Supe de esta periodista bielorrusa cuando recibió el premio Nobel de literatura en 2015. Leí un par de artículos sobre sus publicaciones y finalmente me acerqué a una librería y compré Voces de Chernóbil. Hace unos meses comencé a leer esta obra sobre la explosión del reactor nuclear y sus consecuencias —incluso años después—, y, como expliqué mi reseña, me costó mucho terminar el libro, me afectó muchísimo. Svetlana transcribió las entrevistas y redactó cada capítulo en formato de monólogo: cada uno representa la voz de una persona que tuvo alguna relación con el acontecimiento y nos cuenta su experiencia, sus recuerdos, su historia. Es un acercamiento muy personal que a la vez da una visión muy completa de la tragedia.
Alexiévich se ha destacado por recuperar las voces de “personas comunes” para explicar guerras, tragedias y movimientos políticos, principalmente enfocados en lo que representó la Unión Soviética. Entre sus obras destacan La guerra no tiene rostro de mujer sobre mujeres combatientes del Ejército Rojo, Los muchachos de zinc sobre la guerra de Afganistán y El fin del Homo sovieticus en la que transmite duras críticas al comunismo y la utopía de la Unión Soviética. Esta periodista sigue construyendo historia, ha recibido rechazo por sus publicaciones y está luchando por reconocer el trabajo de los traductores de libros, esos héroes discretos que nos acercan a textos magistrales como los de Svetlana. Sin duda quiero seguir leyendo sus obras, aprender y sentirme humana, porque eso es lo que logra esta periodista: recordarnos que todos, sin importar nacionalidades ni ideologías, somos humanos.
¿Te has detenido a pensar qué lecturas te han marcado en los últimos meses? ¿Qué autoras sientes que merecen más reconocimiento este mes? Comparte tus ideas y comentarios.